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53. Versículo bíblico del mes

 

Inmersión en los salmos (IV)    

 
Los salmos hacen aflorar los fondos más profundos del alma.
Salen a nuestro encuentro.
Esto ocurre lentamente, a fuerza de rozarlos, es decir, de recitarlos.
Mejor si los entendemos,
pero incluso su lectura lenta, torpe, distraída a ratos, no es inútil,
encienden en nosotros  una luz divina. Las tinieblas se retiran.
Nuestro subconsciente frecuentándolos
se puebla de imágenes, de recuerdos, de presentimientos, de símbolos…
 
Y nos penetra su misterio,
como la lumbre de los leños de la vieja cocina
de los abuelos
en el pueblo enciende con sus resplandores 
los rostros de quienes se calientan a su fuego
en noches de frío y de silencio.


Señor, Tú enciendes mi lámpara;
Dios mío, Tú alumbras mis tinieblas.

Sal 18,29


El mundo, la vida, la existencia, el trabajo, la familia, hasta la Iglesia, la fe y la esperanza teologales, el pasado mediocre y el futuro incierto y a oscuras…: todo se me puede volver negrura y hasta noche cerrada, tormento y abismo, pero…


Señor, Tú enciendes mi lámpara…
Dios mío, Tú alumbras mis tinieblas.


 QerhuteV
Ancien élève de Evode Beaucamp
y de Francesco Spadafora

 
 




 



 

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