NUEVA GUÍA DE SEGOVIA
Pascual Izquierdo y Emilio Pascual,
Oportet Editores,
Paracuellos de
Jarama, Madrid, 2016
Es tan maravillosa y
monumental la Nueva Guía de Segovia que ha confeccionado Pascual Izquierdo,
burgalés de pro, al alimón con Emilio Pascual, segoviano excelso, que lo mejor
que podría hacer este presentador locuaz sería callarse y que el ilustre e
ilustradísimo libro de libros que nos entregan, reposara ya en sus manos.
Tiempo al tiempo, que lo van a recibir ustedes, por el módico precio de 15 €,
en cuanto dé el cante este gallo altanero de Cozuelos. Nunca tanta belleza
junta costó tan poco siendo tan valiosa. Y todavía hay que restarle algunos
céntimos.
Digo, decía que mi deber era
callarme ante tal asombro de datos, hechos, sugerencias, invocaciones,
evocaciones y cuadros trazados y entrelazados, con el ajedrezado mudéjar, el adoquinado
pétreo y el paisano arte de las tejas, las fachadas y el esgrafiado, desde el
prólogo al epílogo e índice de lugares, pero
como me han metido en este brete, no diré que a traición sino por amistad,
intentaré no quedar como Cagancho en Almagro y reflejarles con unas humildes frases
los resplandores de sus monumentos, retablos, frontispicios, capiteles,
basamentos, arcos, columnas, artesonados, puertas, rejerías, jardines, estatuas
y otras muy diversas ostentosidades, que hacen del Alcázar un barco navegante
en la alta paramera de cereales, de la catedral una dama de postín gótico
señorito, de la portada de la Santa Cruz el mejor plateresco católico de Isabel
y Fernando… y del acueducto una “gran
cordillera”, una “ceniza en vilo”, una “ruleta del cielo” o un bosque de
“pilares abrazados”, según definiciones de Gómez de la Serna, Luis Martín
Marcos y el eximio Maestro Emilio Pascual: figuras inconmensurables que dan
imagen de su estética estática por encima de la ejecutoria funcional, la de
llevar el agua del río Frío a la capital, tras el arroyo de La Acebeda, quince
kilómetros salvajes del ala, obra propia de romanos.
Es ahí, en la Segovia de la
lana y la moneda, donde Azorín sitúa a Doña Inés. Ahí donde Cervantes encaja a
los traficantes de sueños y dineros, “ligeros de manos” (como en estas
calendas). Ahí donde don Ramón Gómez de la Serna crea sus ingeniosas greguerías
inmortales, aposentado un verano muy cerca del Mesón de Cándido, frente a la
granítica puente multiplicada, orgullo del mundo.
Todos ellos, y muchos otros,
arrieros y caballeros, -arriba el agua, abajo el vino- vieron y pasearon sin
duda más que yo, pero no tanto como han visto, paseado y plasmado Pascual
Izquierdo y Emilio Pascual, la Fuencisla les bendiga.
Las palabras del copista y
redactor Pascual Izquierdo, (porque copista certero es y redactor puntualísimo,
minuciosísimo), brillan por sí solas en el incendio de una tarde de estío, como
lagrimean en el deshojado otoño silencioso o se pintan de amapolas, margaritas
y campanillas en la luciente primavera primorosa y lluviosa, tal cual la
gozamos y soportamos esta noche librera.
Bosques de pinos, robles,
laureles y sauces la circunvalan, -en Segovia estoy pensando- con huertos
clamorosos y eresmáticos en su cinturón de alrededor -fajín a la capitana-, de
forma y manera que urbanismo y naturaleza se ensamblan, conjuntan y dan una idea
sublime de erotismo sentimental.
No se ha dejado nada por
descubrir y adivinar el ojo clínico de Pascual Izquierdo, salvo acaso el nombre
del escultor o escultores de la efigie de don Antonio Machado en la Plaza
Mayor, ese caminante bueno de las riberas del Parral que la amó y describió
tanto o más que a la Soria primeriza de sus paseos solitarios.
Se trata aquí y ahora de una
guía urbana hodierna, o sea, al día, ya lo advertí, pero también histórica,
literaria, artística, medioambiental, de tierra y agua, de cemento y arena, de
ladrillo y yeso, de madera y oro, de torres e iglesias, pináculos y campanas.
Proponiendo símiles litúrgicos,
yo añadiría que Segovia es una redonda patena dorada, un cáliz aurífero, un
cíngulo mayestático de poder, una estola colgante, un copón eucarístico, una
pila bautismal… y así, en su total majestad, los prodigiosos redactores de esta
Guía que presentamos nos la detallan.
Preciosa, Preciosa, preciosa…
como “La Gitanilla” de Cervantes en el año que conmemoramos el cuatrocientos de
la muerte del Manco lepantino más nombrado, renombrado y traducido, y que en
algunos pasajes de sus obras va y la cita.
Esta Nueva Guía atravesará
fronteras, leguas y lenguas a través del multitudinario turismo que invade a
diestra y siniestra, norte y sur la capital, pero sus primeros recipiendarios y
comunicadores sois vosotros, los paisanos, y por eso Pascual y Emilio han hecho
uso de su elegante cortesía para acercárosla al Centro Segoviano de Madrid,
ante el Pope, Maestro y Presidente Antonio Horcajo; es decir, es ella la
primera que viene a nuestro encuentro, como una pizpireta infanta de cinco
años, cinco años de trabajo literario y fotográfico, que esta vez sí, les ha
hecho sudar tinta y alguna que otra furtiva lágrima a sus amanuenses. La compensación
obtenida por ellos no es otra que ver a
la niña de sus ojos convertida en una matrona de hojas prietas y saludables:
256 para ser exactos, con 275 instantáneas de calidad, aparte de mapas y
planos, miradores estratégicos y sendas circundantes, más un calendario de
fiestas, apuntes sobre gastronomía, relación de alojamientos y restaurantes,
etc, etc. Todo ello en el soporte de OPORTET Editores, la firma bibliográfica
del caballero de gracia tejareña, don Emilio Pascual, aquí callado de cuerpo presente.
Se trata de una Guía novedosa,
juiciosa y jugosa que conjuga todas las Bellas Artes y en la que, por encima de
ellas, dándoles un barniz expresivo, se suporponen los vocablos escogidos como
si fueran cerezas excitantes o gemas provocadoras, lo que nos conduce no sólo a
ver y considerar a la novia Segovia como la real e imperial que es, sino a
sentirla en el pecho conmovido por su alma de ciudad habitable y respirable.
Si el estilo es el hombre, la
ciudad también lo es, y el profesor, escritor y viajero Pascual Izquierdo lo
demuestra con suficiencia magna, pues en su obra se le transparenta el amor a la ciudad y la ciudad le
corresponde con una sorprendente intimidad, sobriedad y ebriedad acogedoras y
maravilladas.
No es nuevo en esta plaza el
torero valiente. Posee una larga trayectoria como autor de guías de viaje. Ya
batió y veló sus armas literarias enfrentándose a Ávila, Burgos, Cáceres,
Toledo, Valencia, Valladolid y Zaragoza, además de cantar con verbo lírico el
Camino de Santiago, el Canal de Castilla y la Ribera del Duero, entre otras
muchas actividades de verso y prosa.
Infatigable orfebre del
idioma, paciente hasta la extenuación, exigente consigo mismo… sus conocimientos de Ingeniería Técnica de
Telecomunicación y de Filología Hispánica resaltan por doquier y es requerido y
admirado. Él me acompañó en algunos tramos “A lo largo del río Riaza” y de él
aprendí a no ser “superficial”, como también aprendí, por cierto, de Emilio
Pascual y de Antonio Horcajo, sus padrinos en esta noche lucera.
Permitidme que finalice esta
presentación atropellada con unos renglones rimados romanceramente, aunque me
repita en los elogios, como se repiten los judiones de la Granja de San
Ildefonso en el cielo del paladar.
Con la “Guía de Segovia”
de dos Pascuales, ¡qué par!,
por sus calles serpentinas
me dispongo a pasear
capítulo tras capítulo
en esta ocasión nupcial
en la que se dan la mano
la escritura al no va más
y el fotográfico arte
de trasmitirla tal cual
fuera en los tiempos antiguos
y en los de la actualidad.
Nueva es y también vieja
como una custodia albar
guardadora de tesoros
de oro y plata al parigual
esta franca plataforma
de factura tan sagaz.
Mis señoras y señores
que con gusto me escucháis,
seguid el guión completo
del principio hasta el final
y os fascinaréis al modo
de nuestra reina ideal.
Diez itinerarios muestra
de distinta paridad
para que el viajante escoja
a su propia voluntad.
Aquí el acueducto firme,
aquí la casa de Abráhn
aquí la cárcel de Lope…
Y luego, ya más allá,
la Fuencisla con las fuentes
del “Cántico espiritual”
por el que, tras el Cordero,
suspiraba el buen San Juan,
medio fraile o medio hombre,
según la abulense impar,
que asimismo plantó en ella
un monasterio auroral.
Venid conmigo y con ellos
a San Antonio el Real,
subid al Alcázar noble
y en la catedral entrad.
En sus naves, un momento,
disponeos a rezar
y después, si os apetece,
la calle Real bajad
con los tenderetes puestos
al turismo multiplán
que un recuerdo de cerámica
o de cordero lechal
a la China o al Japón
sin dudar se va a llevar.
Llegad luego al acueducto
por ver las aguas pasar
como en tiempos de Trajano,
el segoviano ¿caucal?
que dirigió las legiones
romanas sin cristianar.
Y de allí a Santo Domingo
y al monjío del Parral
y a la alta Zamarramala
de observar y no parar,
desde la que las mujeres
vencieran a los de Alá.
Diez itinerarios muestra
Un pequeño aperitivo
os he dado hoy a probar.
Ahora a gustar la tajada
que esperándonos está.
¡Un aplauso para Emilio
y otro igual para Pascual!
Segovianos, madrileños…
ya me tengo que callar.
Buenas noches. Muchas gracias.
¡Que Dios os haga soñar!
Apuleyo Soto
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Envíanos tus comentarios