(I)
· El
Eclesiastés, que en hebreo se dice Cohelet, Presidente de la Asamblea, es uno
de los libros más jóvenes del Antiguo Testamento.
· Es contemporáneo
de las conquistas de Alejandro Magno (332) o, incluso, posterior.
· Resuena en
sus dichos el eco del arpista ciego egipcio que en los banquetes invitaba a los
comensales a gozar de la existencia, mientras se dolía del pillaje de las
viejas pirámides y de la suerte de los muertos.
· Escuchamos,
igualmente, en sus dichos el eterno retorno griego y hasta el inquieto panta rei de Heráclito.
· Y es un
vademécum estrella para mayores en época de crisis.
“Dichos de Cohelet,
hijo de David, rey de
Jerusalén” (Ecl 1,1)
Dichos: el pensamiento de Cohelet
no es uno y el mismo sino vario y contradictorio. Estamos ante sólidos
fragmentos más o menos deshilvanados. Se trata de dichos que el maestro no ha
querido dejar que se pierdan y los ha
recopilado para sus alumnos.
Salomón, hijo de David. La
tradición salomónica, hijo de David, garantiza al libro un lugar en el canon de
las Escrituras. Ficción literaria. Cohelet no es Salomón.
Cohelet, el Predicador, debió de ser un profesional
maestro de sabiduría.
Es un judío de Jerusalén.
Su talante espiritual es
el de un aristócrata o de clase acomodada, que ha recibido una esmerada
educación y formación.
Sabio, maestro. Maestro en una de las academias de
sabiduría de Jerusalén. Enseña al aire libre, como los filósofos griegos.
Más que filósofo es un
pensador. No tiene una metafísica sistemática. Piensa.
(y II)
“Dichos de Cohelet,
hijo de David, rey de
Jerusalén” (Ecl 1,1)
Vigorosa personalidad, recia, por cierto.
Como miembro de la clase
dominante, forma parte de la vida política de su tiempo.
Buen observador: “Me dediqué a conocer la
sabiduría y a observar las tareas que se realizan en la tierra”. (8,16)
Contradictorio: el típico modo de pensar del Cohelet es semita;
lógico, por supuesto, pero a su manera, poco cartesiano y definido, pero vital.
Se atiene a lo que ha vivido personalmente.
Investigador. Mantiene los ojos abiertos ante la realidad en la
que se da el mal y el bien que no podemos cambiar y que nos deja desvalidos.
Sin par ni entre judíos ni entre griegos.
Parece quedarse con los
brazos cruzados ante la realidad absurda y vacía, pero de hecho actúa.
Escéptico y alegre. Pesimista y escéptico, su libro rebosa
alegría y deseo de vivir. Es un
enamorado de la vida.
Entre todos los libros
canónicos se eligió el Cohelet para celebrar la liturgia de la fiesta de los
Tabernáculos, la más alegre del calendario judío.
Crítico: no calla, dice lo que los demás silencian. Lo que
de pequeño le enseñaron en la sinagoga, en la escuela y en el templo, no le
satisface.
Hodierno. Fascina la actualidad del
Cohelet. Algunos le tienen por el libro más moderno de la Biblia.
Zereutes
Ancien élève de Évode
Beaucamp
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