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58. Tercios viejos


        3. EL ARMAMENTO DE LOS TERCIOS 


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Los Tercios, al comienzo de su creación, disponían básicamente de armas tradicionales y clásicas,  espadas largas o cortas y lanzas o picas, igualmente largas o cortas,  usadas por la infantería  y la caballería y para la propia defensa corporal, escudos y corazas.
Disponían de armas manuales de fuego que empezaban entonces a divulgarse a nivel de los  ejércitos y también de artillería ligera y pesada para combatir en batalla campal o para sitiar y conquistar fuertes y ciudades amuralladas.

3.1 Armas clásicas de lucha cuerpo a cuerpo

Las armas blancas más usadas por los “tercios españoles” eran: la espada, la espada ropera, la daga y la vizcaína, envainadas en sus correspondientes fundas de cuero, atadas a la cintura o colgando en bandolera.
Además de estas  armas, desde 1642, al incrementarse las armas de fuego, los tercios llegaron a disponer y utilizar de la bayoneta calada en sus mosquetes. A lo largo de los siglos XVIII y XIX, la generalización de las armas de fuego acaban con el uso de las grandes y pesadas espadas.


Veamos en detalle cada una de estas armas: 
3.1.1 Las espadas
La espada es un arma blanca de dos filos que consiste básicamente en una empuñadura sobre una hoja de acero recta, afilada y punzante. La empuñadura impide que la mano se deslice hacia la hoja cortante y da a su manejo seguridad y agilidad. La espada es un arma ofensiva y defensiva a la vez, por lo que exige usarse con muchísima agilidad y destreza. 


El dibujo reproduce las partes importantes de la espada que con ligeros cambios secundarios se vino manteniendo  a lo largo de los siglos desde las más remotas épocas de la Edad de Bronce, hasta nuestros días, en que su valor es sobre todo caballeresco  y representativo.


El uso de la espada como arma de defensa y ataque se remonta a la Edad de Bronce, (1700 a 900 a. de C.) período prehistórico, anterior a la Edad del Hierro.
El bronce es una aleación metálica de cobre y estaño en la que el primero constituye la base principal y el segundo participa en una proporción del 20 % más o menos.
En la Edad de Hierro, los hititas, micénicos, celtas de Hallstatt, (Siglo VIII, a. de C.) y otros pueblos de Oriente, siguen usando la espada como arma principal. Pero las espadas se fabrican ya de hierro, metal mucho más ligero y cortante que el bronce. Los griegos,  los ejércitos de Alejandro Magno, los imperios persas y sasánidas, los romanos, los mahometanos, los cruzados medievales y todos los ejércitos de todos los pueblos la han usado hasta el siglo XIX, en que espadas y sables, ante la efectividad de las armas de fuego personales, han pasado a tener un valor puramente simbólico en el mando militar para oficiales en trajes de gala.











Armas de tipo celtibérico. Falcata y punta de lanza ibéricas. Museo de Lugo.


 La falcata ibérica, famosa espada de la península ibérica, fue usada por los guerreros celtas (keltoi en griego), que invadieron Occidente en los finales de la Edad  del Bronce, hacia el año 1000 a. de C. Los celtas alcanzaron todo su apogeo con la Edad del Hierro. (siglo X a VII a. de C.)

“Entre los elementos más relevantes de la Cultura Ibérica se encuentra sin duda la falcata, una espada de hierro, de aspecto elegante, en forma de sable, de hoja ancha, curva y asimétrica; casi siempre, CON DOBLE FILO EN LA PUNTA.

A menudo, las falcatas se decoraban con damasquinados en hilo de plata, figurando motivos vegetales, geométricos, zoomorfos e incluso representaciones de cabezas humanas e inscripciones en lengua ibérica”.

 TRITESTA

 
Evolución de la espada desde el siglo VII a. de C. a la Edad Media.

Las espadas de hierro que reemplazaron a las de bronce, permitieron aligerar su peso, abaratar su producción y al mismo tiempo multiplicar su peligrosidad por su corte, más y mejor afilado.
 A lo largo de todos los siglos se han seguido incorporando diversas innovaciones a las espadas sobre todo en su tamaño, peso y diseño, que buscaban siempre proteger la mano, aumentar su efectividad y decorar y enriquecer la empuñadura según la categoría social de su dueño.
Diferentes partes y perfeccionamientos
en la empuñadura de una espada del siglo XVIII.
Se mejora la “cruz” de hierro que separa la empuñadura de la hoja propiamente dicha y se crean los “gavilanes” de latón que luego se cambian por aros de hierro que aumentan y protegen la seguridad de la mano y  hacen la espada menos pesada y más manejable.
En el Renacimiento, de 1300 a 1500, la espada era el arma que usaban cuantos se batían en duelo.



3.1.2  La espada ropera o estoque
La espada ropera o estoque, como también se la llamaba, surgió en la España del siglo XVI para designar una espada de hoja estrecha, recta, y alargada. También se la llamaba tizona, aunque no tenga nada que ver con la ancha y pesada espada del Cid.


Estoque, espada muy estrecha 
con dos cortes y muy puntiagudaestrecha 


El estoque le llevaban también muchos hombres civiles, colgado de la cintura, como arma ofensiva y defensiva de pronto remedio. En los tercios lo usaban un número determinado de soldados, hábiles espadachines, que se abrían camino entre los piqueros enemigos a quienes combatían con eficacia y trataban de desordenar. Solían llevar un estoque en una mano y un puñal de pequeñas dimensiones, la daga, en la otra.

3.1.3 Espada vizcaína
También llamada “misericordia” o “quitapenas”,  era un arma blanca y corta, usada por los tercios españoles en el siglo XVI. Se trataba de una espada de unos 30 cm, triangular y con la empuñadura protegida   por medio arco de metal y que se manejaba con la mano izquierda.
Constituía un complemento auxiliar de la espada que se manejaba con la mano derecha. En los combates de nuestros tercios esta espada corta o daga, era llamada también en el lenguaje coloquial, “misericordia” porque con ella, además de defenderse, acabada la batalla, hacían pequeñas operaciones en las heridas recibidas y rematan a cuantos, gravísimamente heridos de muerte segura, sufrían una cruel y larga agonía.



Espada o daga conocida también por el nombre “misericordia” o “quitapenas” por servir,  pasados los combates, para realizar pequeñas operaciones en las propias heridas o aliviar las lentas y dolorosas agonías de quienes se encontraban ya muy muy heridos de muerte.


A comienzos del siglo XVIII,  cuando al mosquete se le añade la bayoneta calada, a las ventajas propias de las armas manuales de fuego, se añade  la posibilidad de continuar la lucha cuerpo a cuerpo con un arma blanca. Ello acabará  con  el uso de espadas,  estoques y puñales como armas regulares militares.


3.1.4. La bayoneta calada
En la Edad Moderna, a medida que aumentaban y se perfeccionaban las armas de fuego las espadas iban perdiendo su eficacia, viéndose reemplazadas por la bayoneta calada, un pequeño y puntiagudo puñal que permitía ser utilizado por los mosqueteros, encajándolo firmemente en el hueco de sus mosquetones.
Se hacía uso de ella cuando, acabada la pólvora o las balas, o desbordada la infantería por el enemigo, se luchaba cuerpo a cuerpo, sin tiempo de preparar y cargar arcabuces y mosquetes, acción excesivamente lenta y farragosa y mucho más con el enemigo a la carga.
La bayoneta calada, es también un arma blanca muy afilada, que se acopla  o cala al extremo del cañón del fusil o mosquete, y se usa para combatir en el cuerpo a cuerpo. 
                                     
Bayoneta calada acoplada a un fusil moderno.
Los tercios españoles, hacia 1642 contaban ya con ella, antes incluso de la supresión definitiva de la pica o lanza. Más tarde, hacia mediados del siglo XVIII, se generaliza en los ejércitos europeos el cambio de la espada por la bayoneta calada. Señal de que las armas de fuego habían ganado la batalla a las armas blancas que pasaban así a segundo y último recurso en la defensa y el ataque.

 3.1.5 Las lanzas o  picas
El ciego sol se estrella 
en las duras aristas de las armas, 
llaga de luz los petos y espaldares 
y flamea en las puntas de las lanzas
.
(Manuel Machado, en su poema “Castilla”.)


La pica o lanza es un ama ofensiva y defensiva, utilizada con notable éxito frente a la caballería  enemiga que irrumpía a galope tendido sobre los escuadrones enemigos a los que causaba un notable daño, sembrando el pánico y la confusión en los cuerpos de infantería.


La pica o lanza es un arma  de asta, entre 3 y 5 metros  de longitud, normalmente 4 en su versión más extendida. Pero las  había hasta de más de 5 metros. Eran muy usada por la infantería, principalmente para hacer frente a los ataques y cargas de la  caballería.
Los primeros en usar este arma fueron los soldados griegos, en cuerpos llamados “pezhetairos”, (compañeros de a pie).
Los ejércitos de Filipo II y de su hijo Alejandro Magno, las usaron en sus conquistas de África y Asia.
Más tarde en la Edad Media, las usaban grupos de soldados de los pueblos centroeuropeos, suizos y alemanes, sobre todo, que se contrataban como combatientes mercenarios al mejor postor.
En la Edad Moderna los tercios españoles generalizaron la lanza como arma defensiva y ofensiva, hasta consagrarla como símbolo de su fuerza y de su destreza y poder. Las lanzas de los tercios de españoles pesaban unos 5 kilos, y exigían un ejercicio continuo  para llegar a manejarlas con agilidad y vigor.



 En el combate, inicialmente, la pica debe llevarse lo más cercana al pecho, cogida por la parte más inferior con la mano derecha, mientras la mano izquierda debía estar alineada con el hombro derecho, después, se ponía en la axila derecha; el soldado debería afirmar sobre el suelo el pie izquierdo para contener el golpe del enemigo y luego, adelantaría el pie derecho, moviendo el hombro y la axila derecha, de tal manera que el movimiento de vaivén sea tan fuerte que el golpe en el enemigo fuera mortal”. (Maestre de Campo Sancho de Londoño).


Era particularmente un arma muy eficaz para frenar las cargas de la caballería enemiga o para defender emplazamientos y posiciones estáticas. Con ellas se montaban fácilmente formaciones en erizo y otros muchos encuadramientos, de avance, resistencia o retroceso,  según las conveniencias tácticas del combate.
En los tercios españoles los arcabuceros y mosqueteros defendían los flancos laterales de los piqueros o lanceros.
El maestre de campo Sancho de Londoño, cita dos tipos de pica según su longitud: picas de 26 palmos, más o menos  5,42 m. y picas de 20 palmos, con una longitud de  4,17 m.
En otro lugar dedicaremos un capítulo a los movimientos tácticos de los piqueros  que, junto a la destreza en el manejo de sus picas, escondían su fuerza y poderío militar.

Como puede verse fácilmente en la imagen, los “tercios” no usaban uniforme militar ni tampoco era obligatorio vestir armadura metálica como lleva el primer soldado  de la izquierda.
Las armas blancas se fabricaban mayoritariamente en Toledo, como veremos en su momento,  las manuales de fuego en el país vasco y los cañones se fundían en Cantabria, Málaga, Burgos y Barcelona.


3.1.6 Las alabardas
Diferentes modelos de alabarda.
Las alabardas eran el arma que usaban los sargentos. Eran lanzas más cortas que las picas y estaban enastadas en un astil de madera de unos dos metros de longitud y a diferencia de las picas iban rematadas con un  filo curvado en forma de  hacha por uno de sus lados y su asta  terminaba en punta.
La A es una alabarda de la segunda mitad del siglo XV.
La B data de inicios del siglo XVI.
La C  tiene el filo convexo y corresponde al primer cuarto del siglo XVI.
La D tiene el filo ligeramente cóncavo y es del último cuarto del siglo XVI.



3.1.7 Fabricación de las armas blancas
En España las más renombradas fraguas y los talleres más reconocidos, dedicados a la  fabricación de  armas blancas, espadas, puñales, estoques, dagas, bayonetas y alabardas, estaban en Toledo.
Las técnicas de los talleres especializados de la ciudad y las limpias y frías aguas del río Tajo, daban un temple especial  a los aceros, cortantes y flexibles, allí elaborados.

Toledo. Taller de los Hermanos Moreno, batiendo el acero, (aleación de hierro y carbono), para fabricar  espadas. En nuestros días estas armas se siguen fabricando para la decoración, el turismo y las grandes batallas históricas  reproducidas en el cine.


El hierro provenía sobre todo de las herrerías del país vasco. Convertido allí en grandes bolas de hierro se enviaban a Toledo en carretas donde eran laminadas y convertidas en armas blancas, principalmente espadas.
Este es el motivo por el que en las provincias vascas se hiciera alusión en numerosos documentos de época referentes a Toledo, como “la tierra del bolo”, es decir, donde ellos enviaban las bolas de hierro.
También se fabricaban muy buenas espadas en Bilbao, Zaragoza, Calatayud, Cataluña, Segovia y Valencia.
Una buena espada debía buscar en su fabricación la mejor conjunción posible entre su peso, la resistencia, el  equilibrio, la flexibilidad y el corte. Las de Toledo, por estas cinco cualidades, eran muy apreciadas y tenían entonces fama merecida.
Réplica de la Tizona del Cid Campeador.
En cuanto al peso, la famosa espada Tizona del Cid Campeador, Rodrigo Díaz de Vivar, llegaba a pesar los 1.700 gramos. Las espadas de manejar con las dos manos podían llegar hasta los 3 kilos, pero eran siempre excepcionales y para casos muy contados.

 

Estatua ecuestre de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, legendaria figura del medievo español y europeo, erigida en el paseo del Espolón, en Burgos. Muestra su famosa espada “Tizona”, de 1.700 gramos de peso. Durante toda la Edad Media la espada fue el arma más importante en acciones ofensivas y defensivas, tanto para la infantería como para la caballería.







JOSÉ MANUEL GUTIÉRREZ BRAVO
Maestro, doctor en Historia,
Exdirector de la Universidad Laboral de Toledo
Virgen de la Peña, diciembre de 2016












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