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59. Cohelet V

       
(VI)

Más vale escuchar la reprimenda del sabio
que prestar oídos al canto de los necios.

Como el crepitar de los espinos bajo el caldero,
así es la risa del necio.

También esto es vanidad.
                                                                 (Ecl 7,6)

Literariamente la comparación del alegre crepitar de fuego de los espinos (sîrîm) bajo el caldero con la risa de los necios es de antología, pintoresca, original, logradísima.
En el hogar de nuestros abuelos, fuego de chimenea, la olla sobre unas trébedes hervía al calor de una leña puro rojo fuego, chopos, ramas grandes y chicas, que había cortado la azuela o el podón... Si la leña estaba bien seca y abundaba la hojarasca, el fuego era rápido y ruidoso. “Mucho ruido y pocas nueces”, decían nuestros abuelos, ni más ni menos que la vana risa del coro de los necios de que habla nuestro Cohelet.

Parece ser que el texto se expresa con un ingenioso juego de palabras en chisporroteo fonético hebreo: “keqol hassîrîm tahat hassîr ken sehoq hakkesîl”.

Nuestro mundo necio es estúpido, está vacío. Sólo los necios pueden alimentar la vana ilusión de ser felices en él. Su elogio es vano, chisporroteo.
La seria reprimenda del sabio es otra cosa, porque Dios hizo hermosas las cosas a su debido tiempo y son obra suya.  

 QerhuteV
Ancien élève de Évode Beaucamp
y de Francesco Spadafora

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