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63. Cardenal Cisneros II



         CENTENARIO DE LA MUERTE DEL CARDENAL FRANCISCO JIMÉNEZ DE CISNEROS, 
1436-1517

Segunda parte:


II Francisco Jiménez de Cisneros, reformador


Antecedentes históricos



1484, fecha señalada de su conversión personal y de su entrega a Dios en la Orden franciscana, es también para el futuro cardenal Cisneros, la fecha en que asume una misión reformista en cuestiones de fe y de costumbres, primero en su propia persona, luego en la comunidad en que vive y después, a medida que va subiendo en la escala social, con su ejemplo personal y con las normas dictadas desde su cada vez más alta autoridad.

Esta exigencia de mayor piedad y austeridad en la vida, venía produciéndose ya en determinados ambientes clericales y religiosos desde la segunda mitad del siglo XV y hasta en el simple pueblo cristiano.

La Orden franciscana, tras siglos de relajación, había iniciado ya su vuelta a la primitiva observancia en su rama conventual.

Los frailes Predicadores o dominicos, trabajaban igualmente en la nueva evangelización de la sociedad basada en la renovación de la fe y de las costumbres.

Los carmelitas conventuales añoraban también la antigua disciplina de los eremitas del Monte Carmelo (siglo XII) y la necesidad de una reforma profunda ganaba terreno en muchos ambientes religiosos y seculares de finales del siglo.

La misma monarquía se vio obligada por motivos sociopolíticos, a favorecer dichos movimientos reformistas que se adelantaron en casi un siglo a las rebeliones religiosas  protestantes centroeuropeas.

En Castilla, la familia real de los Trastamaras, favoreció la creación de nuevos conventos franciscanos partidarios de volver a la antigua observancia, sobre todo  en tiempo de Juan II y Enrique III.

La misma reina Isabel la Católica, culminó esta tendencia con la construcción del monasterio franciscano de  San Juan de los Reyes en Toledo, en 1479.




Claustro superior de S. Juan de los Reyes en Toledo, monasterio construido por Isabel La Católica en conmemoración de su victoria en la batalla de Toro frente a los partidarios de Juana la Beltraneja, (1476) y del nacimiento del príncipe D. Juan.
La reina Isabel encomendó este nuevo convento a los franciscanos de la observancia. Juan Guas estuvo al frente de las obras y se construyó en 6 años, (1479 - 1485). La obra constituye un bellísimo ejemplar del gótico isabelino.



La reforma religiosa de los monasterios del reino

Los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, habían solicitado al papa Sixto IV autorización para emprender la reforma de los monasterios del reino, si bien dicho papa se la había negado, en principio, por considerar que esa reforma debía venir de la Iglesia misma y no del poder secular.

En 1492 fray Francisco Jiménez de Cisneros fue nombrado confesor de la reina Isabel.

Poco después, en 1493, el papa español Alejandro VI, dio poder a los Reyes Católicos para que pudieran nombrar visitadores  de monasterios religiosos  y  promovieran su reforma hacia una vida monástica más austera y exigente.
En 1495 el cardenal Francisco de Cisneros, nombrado arzobispo de Toledo, se sumó plenamente a la reforma que era solicitada y deseada desde diferentes ambientes religiosos.


Francisco Jiménez de Cisneros, arzobispo de Toledo, reforma su propia archidiócesis

Pronto empezó el cardenal Cisneros a trabajar en la reforma en su propia archidiócesis de Toledo.

En 1497, con autorización del papa Alejandro VI, convocó un sínodo diocesano en Alcalá  y un año más tarde, otro en Talavera de la Reina. En ambos se aprobaron normativas exigentes para la mejor programación y control de los arciprestazgos, la enseñanza de la doctrina cristiana a los fieles y la prohibición del concubinato a los clérigos;  se creó el cargo de visitadores que vigilaban periódicamente el cumplimiento de las normativas legisladas y daban cuenta de su cumplimiento ante la autoridad arzobispal.

Ordenó en estos sínodos, que en todas las misas  dominicales se explicara el evangelio a los fieles y los domingos por la tarde se enseñara el catecismo a los niños.

Que todos los párrocos debían llevar un registro de bautizados y otro de sus cumplimientos cristianos.

Él mismo daba ejemplo de pobreza y austeridad en su vida personal y pública; seguía vistiendo su sencillo hábito de franciscano siempre que podía y comportándose humilde y pobremente, no obstante su riqueza y poder.

Desde julio de 1495 en que fue nombrado por su Orden, Vicario General de la Provincia franciscana, compartía este trabajo con un nuevo mandato  pontificio para reformar a todos los religiosos de su archidiócesis. Además, a finales de 1499, recibió de la Santa Sede nuevos  poderes para reformar incluso las órdenes mendicantes  españolas.

Sobre todo puso especial empeño en reformar los monasterios de clarisas, entonces llamada terciarias franciscanas. Reunió en una sola Congregación los 11 monasterios de clarisas que había en Castilla.
En 1508, fundó Cisneros un nuevo monasterio de monjas de la Tercera Orden Franciscanas, hoy clarisas, en Alcalá de Henares. Lo denominó “San Juan de la Penitencia” y dentro del monasterio creó un “Colegio de Doncellas” internas, para que fueran educadas cristianamente por las religiosas, pudiendo luego elegir libremente el estado religioso o matrimonio, según su inclinación o vocación  particular.
Si decidían ingresar en religión, no necesitaban dote alguna para ello y si decidían el matrimonio, recibían gratuitamente una dote en metálico para que pudieran contraerlo dignamente. 

En 1514, el propio cardenal el Cisneros fundó un nuevo convento de S. Juan de la Penitencia, de terciarias franciscanas, esta vez en Toledo, también con la obligación de educar a jóvenes internas en un “Colegio de Doncellas” con el mismo reglamente, obligaciones y fines que el fundado en Alcalá de Henares,  a primeros de siglo.

Exigió a los monasterios femeninos el cumplimiento de la clausura, pues vivían sin ella, (“daño muy considerable, viviendo sin orden, ni religión, una simple vida de beatas”) y  exhortaba a sus miembros a una entrega personal y sincera a la vida espiritual.

Finalmente el Papa Julio II, mediante bula de26 de noviembre de 1503, ante las exigencias de los Reyes Católicos y el celo del cardenal Cisneros, acabó, después de muchas luchas entre  no reformados y reformados, por declarase, como Iglesia, a favor de los segundos y dotó al cardenal Cisneros de los poderes suficientes  para imponer las reformas.


Preparación  y reforma del clero secular

Insistió también el diligente cardenal Cisneros, adelantándose al concilio de Trento, (1545-1563), en mejorar la formación y preparación  de los sacerdotes seculares que constituían otra de sus grandes preocupaciones.

Las nuevas Fundaciones o Colegios con este objetivo, crecieron sobremanera entre 1476 y 1517. En estos 40 años se fundaron los siguientes Colegios:

San Antonio de Portaceli, en Sigüenza, (1476). El Colegio de Santa Cruz, en Valladolid, por el cardenal Mendoza, (1484); el colegio de San Cecilio, en Granada, (1492); el de Monte Olivete, en Cuenca; el de Santo Tomás, en Oviedo; el de San Millán, en Salamanca y el de Santa María de Jesús, en Sevilla por Rodrigo de Santaella. Hay que añadir los Colegios anteriormente mencionados, “San Juan de la Penitencia”, fundados por el propio cardenal Cisneros en Alcalá de Henares y en Toledo y un nuevo convento de Clarisas  en Illescas, donde además el Cardenal fundó el Hospital de la Virgen de la Caridad.



Fundación del Cardenal Cisneros del Hospital de la Virgen de la Caridad, en Illescas. (Toledo). Cuadro de Alejandro Ferrant (1892)

Mención especial merece la creación de la Universidad Complutense en Alcalá de Henares, generosa fundación en la que el Cardenal Cisneros invirtió gran parte de sus rentas arzobispales, creando Colegios Universitarios y dotándoles con los mejores edificios, los profesores más prestigiosos y los medios más adecuados para la investigación y formación de teólogos, lógicos, artistas, filólogos y gramáticos…

Ante este fuerte movimiento reformista podemos afirmar que si en España no prendieron las futuras teorías heterodoxas   de protestantes y calvinistas que se dieron en Centroeuropa un siglo más tarde, fue, en gran parte, fue porque la Iglesia y la realeza española supieron adelantarse y renovarse antes de que  estos movimientos estallasen en el corazón mismo de Europa. Estas corrientes reformistas realizadas por los Reyes Católicos y el cardenal Francisco Jiménez de Cisneros, continuadas luego por Carlos I y Felipe II, fueron sumamente eficaces e importantes.


El cardenal Francisco Jiménez de Cisneros fundador de la “Universitas Complutensis” de Alcalá de Henares

Cisneros, por falta de medios económicos familiares tuvo que contentarse con el título  de Bachiller en Leyes y de hecho ejerció su trabajo como tal durante su estancia de unos seis años en Roma. Pero nunca le gustó esta especialidad.

Por su gusto  y disposición natural, su  verdadera vocación  fueron las letras: el tiempo que pasó en la ciudad eterna, invadida por artistas, poetas y humanistas le encantó y desde entonces favoreció cuanto pudo las artes, la cultura clásica, el humanismo, la teología y la filología, ciencias  que entonces dominaban los ambientes renacentistas.

Una bula de Alejandro VI, febrero de 1495,  nombraba a Cisneros arzobispo de Toledo se le autorizaba también para fundar.

La profundización en la cultura teológica y clásica era, según su pensamiento, el fundamento de la fe  cristiana, tanto para clérigos como para los religiosos y laicos. De esta convicción nació su resolución de fundar unos Estudios Generales o Universidad, en su diócesis, como las que venían funcionando en Salamanca y Valladolid, pero renovando sus enseñanzas.

Previamente, desde 1473, existía en Alcalá un “estudio” fundado por los franciscanos observantes.

En 1499, el Papa Alejandro VI, también español, autorizó al cardenal Francisco de Cisneros para fundar su Colegio Universidad empezando por el Colegio Mayor de San Ildefonso, para 33 estudiantes de teología.

En 1508, tras varios años de proyectos y construcciones con los mejores arquitectos de su tiempo, pudo inaugurar la nueva Universidad Complutense, en la que se abrían nuevas cátedras con los mejores profesores de su tiempo, la mayoría nacionales y algunos traídos de Italia y Flandes.





Fundada en 1499 por el Cardenal Cisneros. En los siglos XVI y XVII fue el mejor centro académico de estudios universitarios. En 1836 se unió a los reales estudios de San Isidro y al real Museo de Ciencias Naturales de Madrid, creándose con ello la actual Universidad filosofía, derecho canónico, teología y lenguas clásicas y bíblicas. En 1514, añadió los Complutenses de Madrid.



En 1510, tras estudiar atentamente las normas que regían la Universidad de París, Cisneros redactó las Constituciones por las que debía gobernarse su nueva Universidad Complutense.

El nuevo centro contó desde su origen  con los mejores estudios de estudios de medicina.

En su testamento el cardenal Cisneros dejó todos sus bienes a la Universidad de Alcalá de Henares junto a determinadas cantidades a algunos de sus familiares con quienes siempre tuvo alguna relación.

(Continuará)

JOSÉ MANUEL GUTIÉRREZ BRAVO
 Maestro, doctor en Historia,
Exdirector de la Universidad Laboral de Toledo

Villanueva de la Peña,  23 de mayo de 2017






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