Nuestro maestro -mitad monje, mitad soldado-
nos pareció siempre un
dechado de recia fortaleza,
un paraíso de inteligencia y un cielo de humanidad.
Filósofo y poeta, lo tenía todo.
También motivos para la tristeza.
TRISTEZAS
I
Solo en el
mundo estoy. Triste me veo;
llevo la
cruz pesada de la vida,
mana la
sangre de mi pie en la herida,
y entorno
busco en vano un cirineo.
La paz sola es mi bien y mi deseo,
en pedazos
el alma dividida,
por los
canes la he visto acometida,
de la
envidia y maldad triste trofeo.
Gloria y amor un tiempo sedujeron
mi corazón
con rayos de esperanza,
y el placer
de vivir me prometieron.
Mas al robusto golpe de la lanza
las torres
ilusorias sucumbieron;
que resistir
no pude a su pujanza.
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