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68. El Universo y el hombre


                    

14. LOS AGUJEROS NEGROS (I)


Karl Schwarzschild
Como habíamos apuntado en el artículo anterior, la concepción de procesos astronómicos en las últimas fases de la existencia de estrellas masivas es fruto de cálculos realizados por mentes privilegiadas, que fueron capaces de postular unos hechos clave, dentro del campo teórico, que desembocaron en el conocimiento que actualmente se tiene de la astronomía.

La primera figura científica que exponemos es Karl Schwarzschild (1873-1916), científico alemán, quien desarrolla de manera concreta la existencia de un cuerpo estelar supermasivo cuya velocidad de escape fuera mayor que la de la luz, al darle solución a las ecuaciones de campo de la teoría de la relatividad de Albert Einstein. Este trabajo fue publicado en 1916, después de haberse alistado en el ejército para participar en la Primera Guerra Mundial. Moriría a consecuencia de una enfermedad contraída en el frente ruso.

J. Robert Oppenheimer
Establecía un radio de influencia gravitatoria a partir de una singularidad –de volumen cero, densidad infinita y alto poder atractivo–, dentro de cuyo espacio de influencia de atracción gravitatoria la luz quedaba atrapada. Se conoció como radio de Schwarzschild. Ese radio es proporcional a su masa. Para una masa como la del Sol convertido en “singularidad”, el radio sería de 3 km… y para una masa como la de la Tierra, el radio sería de ¡¡9mm!!

John A. Wheeler
Este trabajo no tuvo apenas repercusión pues en aquella época nadie creía que unos cuerpos celestes tan masivos pudieran existir realmente, fuera de la especulación teórica. Tendrían que pasar dos décadas para que su idea fuera tomada en serio. Fue el estadounidense J. Robert Oppenheimer (1904-1967) y sus colaboradores, quienes publicaron en 1939 un artículo en el que se mostraba que era físicamente posible que el colapso de una estrella masiva diera como resultado  una  “singularidad”; esto es, un objeto estelar con tal capacidad de atracción gravitatoria que  curvara el espacio-tiempo y ni siquiera la luz pudiera salir de su campo de acción. Lo que posteriormente se conocería como agujero negro¸ término que no se acuñaría hasta el año 1967, gracias a John A. Wheeler, ya mencionado anteriormente. 

No obstante, este trabajo fue ignorado durante más de dos décadas, y tanto Oppenheimer como Wheeler tendrían que dejar sus investigaciones astronómicas a primeros de los años 40 para dedicarse al proyecto Manhattan, en el que se desarrollaría la bomba atómica.
Francisco Sáez Pastor
Universidad de Vigo

 



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