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68. Los Tercios Viejos


        
12 LOS GRANDES MAESTRES DE CAMPO  Y CAPITANES DEL TERCIO DEL SIGLO XVI (I)

 
El Maestre de Campo General, era el oficial de mayor graduación que mandaba los  tercios. Todos los Maestres de Campo eran al mismo tiempo Capitanes de la primera compañía del tercio al que pertenecían.
Su nombramiento correspondía siempre al Rey y a su Consejo, sin más méritos para el aspirante que el haber demostrado a su paso por los distintos mandos intermedios y en diferentes campañas un gran valor personal, una gran experiencia en los combates, un conocimiento adecuado de las tácticas de guerra y, sobre todo ello, haberse ganado la confianza en su persona y preparación.
El nombramiento real le reconocía capacitado, además, para ser nombrado  máxima autoridad suprema, por encima y al frente de los Maestres de Campo de cada tercio. El título de Capitán General en Flandes, estuvo reservado siempre para el Gobernador administrativo de  turno.
El nombramiento de Maestre de Campo de cada tercio concreto, incluía el derecho a participar en los Consejos de Guerra celebrados por el alto  mando militar, a elegir y nombrar los mandos intermedios en su propio tercio, a certificar su valor y comportamiento en los combates y a recomendar los ascensos de cuantos estaban bajo su mando.
En Flandes, el Maestre de Campo General debía además estar preparado para reemplazar a los Gobernadores Administrativos en casos de emergencia, ausencia o muerte.
Ofrecemos un breve resumen de la vida y obra de los más importantes  Maestres de Campo en la larga historia de los Tercios  españoles, sin que ello vaya en desdoro de quienes no nombremos, pues podemos afirmar que prácticamente todos fueron muy buenos estrategas, ejemplares soldados, absolutamente entregados a su trabajo y llenos de prestigio y honor.


12.1 Fernando Álvarez de Toledo  y Pimentel, III duque de Alba (1507-1582)
En el recuerdo popular, tanto de los Países Bajos como de España, su nombre va unido a los tercios de Flandes. El tercer duque de Alba ha pasado a ser el prototipo del estratega militar, exigente en el cumplimiento de la ley y riguroso en el ejercicio de la justicia. 
 

Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, Gran Duque de Alba (1507-1582).

 
Retrato de Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, III duque de Alba de Tormes, IV marqués de Coria, III conde  de Salvatierra de Tormes, II conde de Piedrahita y Grande de España, conocido como el “Gran Duque de Alba”. Hombre de la total confianza del Emperador Carlos I y de su hijo y sucesor Felipe II. Considerado por amigos y enemigos como el mejor general de su época.
En 1566, recibió de manos del Papa San Pío V, la “Rosa de Oro”, el “bonete” y el “estoque de oro”, distinción hasta entonces otorgada solo a reyes que se hubieran distinguido en defensa del catolicismo.
Gran Maestre General de los Tercios de Flandes, participó en las guerras de Italia, (entre 1521 y 1526 y entre 1542 y 1546); en la Jornada de Túnez, en 1535; en la batalla de Mühlberg, luchando junto al emperador Carlos V en 1547; en la guerra de Esmalcalda; en las guerras de Flandes, (batallas de Jemmingen y Jodoigne) y en la guerra de sucesión de Portugal, (batalla de Alcántara, en 1580).
 


Los reyes, Carlos V y Felipe II pusieron en él toda su confianza. Tanto por la austeridad y dureza de su vida personal, como por su táctica y estrategia militar, los historiadores le consideraban el mejor general de su tiempo. Fue miembro del Consejo de Estado y de Guerra durante los reinados de Carlos V y Felipe II; Gobernador del Ducado de Milán (1555-1556), Virrey del Reino de Nápoles, (1556-1558), Gobernador de los Países Bajos, (1567-1573) y Virrey y Condestable del Reino de Portugal, (1580-1582).
En 1567, fue nombrado Gobernador de los Países Bajos y, para tomar posesión de su cargo, inauguró el llamado “camino español”, al pasar con 8.000 tercios desde el norte de Italia a Flandes. Tardaron catorce días en llegar al Franco Condado y otros catorce en alcanzar  Bruselas.
Venció a Luis de Nassau en la batalla de Jemmingen, (1568) y a Guillermo de Orange, en la de Jodoigne, durante la Guerra de los Ochenta Años.
En la guerra de Felipe II por la sucesión de Portugal, en 1580, derrotó con sus tercios al pretendiente Antonio, prior de Crato, en la batalla de Alcántara.
Su divisa personal era: “Deo patrum nostrorum”, “al Dios de nuestros padres”.                                                                                            
Su estrategia bélica preferida fue siempre la de eludir y retrasar todo lo posible la batalla definitiva frente al enemigo, acosarle frecuentemente y cuando menos lo esperaba, mediante ataques parciales y medidos, desgastarle, dañarle en su retaguardia  y  socavar poco a poco su moral, hasta obligarle a abandonar sus propósitos o descuidar su defensa.
Carlos V lo nombró Capitán General de sus ejércitos en la lucha contra los protestantes en Alemania. Participó con él en la batalla de Mühlberg  y venció en ella a las tropas del Elector de Sajonia, en la Liga de Esmalcaldas.


2 D. Juan de Austria (1545-1578)

Hijo ilegítimo reconocido del Emperador Carlos V y de Bárbara Bombler. Nació en Ratisbona. La madre fue casada posteriormente con Jerónimo Píramo Kegel, por eso Juan de Austria de pequeño era conocido con el nombre de “Jeromín”.
El Emperador, preocupado por su educación, contrató los servicios de un matrimonio formado por Messy, violinista de la corte  imperial casado con una española, Ana María. Este matrimonio se encargó de su educación a cambio de 50 ducados anuales y con ellos convivió Jeromín en Leganés, en el más completo anonimato durante muchos años de su infancia.
En 1554, se encontraba en el castillo de Villagarcía de Campos, con D. Luis de Quijada y su esposa Dª Magdalena de Ulloa. Vivió luego algún tiempo en Cuacos de Yuste, cerca del monasterio en que vivió el Emperador hasta su muerte, (1558). Fue en estos últimos años cuando  el padre le cambió el nombre de Jeromín,  por el de Juan.
 


Finalmente, en 1559, se encontraron y reconocieron los dos hermanastros, Felipe II y Juan de Austria, con ocasión de una visita del Rey al monasterio cisterciense de la Santa Espina, ubicado en el valle del río Bajoz, en Castromonte, municipio de Valladolid y allí  fue presentado a la corte.
Asistió a diversos cursos en la Universidad de Alcalá de Henares y  se cuidó mucho su formación militar bajo las enseñanzas de sus consejeros, D. Luis de Requesens, casi de su misma edad, y D. Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz.
D. Juan de Austria más tarde sería nombrado por  el rey, Capitán General de los tercios de la Mar Océano.
En la rebelión morisca de las Alpujarras, en 1567, D. Juan de Austria fue nombrado jefe supremo del ejército cristiano. En tres años y en muy difíciles escenarios y circunstancias, consiguió  la pacificación y el sometimiento de los moriscos.
 En 1571, nombrado por Felipe II, Almirante supremo de los tercios embarcados y de las naves de la Santa Liga, consiguió en Lepanto, una gran victoria naval sobre turcos, mahometanos y berberiscos, muy celebrada por toda la cristiandad con grandes festejos y algaradas.

 

 

 
La “Real”, nave capitana cristiana al mando de D. Juan de Austria, durante la batalla de Lepanto. La gran victoria obtenida por la Santa Liga, fue el mayor triunfo personal alcanzado  por D. Juan de Austria al frente de sus Tercios de la Mar Océano. La galera “La Real”, en pleno combate y tras duros  abordajes se hizo con la capitana turca. Alí Pachá fue herido y muerto de un arcabuzazo. Posteriormente fue decapitado y su cabeza colocada en el mástil más alto de la nave capitana cristiana.
 


Tras la muerte repentina por causa de la peste, del Gobernador de Flandes, D. Luis de Requesens y Zúñiga, antiguo consejero y amigo de D. Juan de Austria, Felipe II nombró a su hermanastro nuevo Gobernador de los Países Bajos y Flandes.
1576 fue un año muy difícil en Flandes. Tras el motín de Aalst y el  “saco de Amberes”, sucedió el alzamiento religioso en las provincias de Zelanda y Holanda.
  D. Juan de Austria, siguiendo la política de apaciguamiento de su antecesor, pagó las deudas atrasadas a los tercios, los sacó de los Países Bajos en abril de 1577, y firmó el “Edicto perpetuo”, por el que eliminó a la Inquisición y reconoció las libertades flamencas a cambio de que ellos acatasen la monarquía española y la restauración de la fe católica en el país.
Guillermo de Orange, jefe de los rebeldes protestantes, lejos de apaciguarse, volvió muy pronto  a rebelarse contra D. Juan de Austria y deshizo en cuanto pudo su acción pacificadora.
Sin los tercios y con un puñado de apenas 20 soldados, D. Juan de Austria, huyó de Bruselas, en un increíble golpe de mano conquistó  Namur y desde allí, protegido por sus murallas, pidió ayuda y autorización al rey para que con urgencia volvieran de nuevo a Flandes los  Tercios Viejos de Italia y Nápoles.
El rey Felipe II ordenó que así se hiciera y los tercios emprendieron de nuevo el camino español hacia Flandes para llegar con toda urgencia a finales del mismo año 1577.
Así escribía y apremiaba Juan de Austria a sus añorados tercios, alertados ya y en camino de avanzadilla unos 6.000, al mando de su sobrino Alejandro Farnesio, de su misma edad y luchador a sus órdenes en Lepanto. «A los magníficos Señores, amados y amigos míos, los capitanes de la mi infantería que salió de los Estados de Flandes. [...] A todos ruego vengáis con la menor ropa y bagaje que pudiéredes, que llegados acá no os faltará de vuestros enemigos».
Durante esta marcha de los tercios de Italia en auxilio de D. Juan de Austria, murió otro de los grandes Maestres de campo, D. Julián Romero, de  quien luego hablaremos, luchador en San Quintín y Las Gravelinas. En plena marcha hacia Bruselas, murió repentinamente muy cerca de Cremona. Tenía 59 años; había combatido  durante 16 y había perdido en distintos combates, un brazo, un ojo, un oído y una pierna y lo que más le dolía, un hijo en lucha contra el enemigo.
D. Juan de Austria, desde Namur se encaminó hacia Luxemburgo para unirse a la avanzadilla de los 6.000 tercios que llegaban de Italia y con nuevas tropas extranjeras reclutadas por él mismo,  juntó un ejército de 25.000 hombre 

El 31 de enero de 1578, emprendió una nueva ofensiva contra Guillermo de Orange, derrotó a las tropas de los Estados Generales en la batalla de Gemblous, (31 de enero de 1578) y reconquistó de nuevo los Países Bajos y  Bravante.
D. Juan de Austria tras dos años de gobierno y pacificación de Flandes, solicitaba con urgencia y  con frecuencia, nuevos envíos de dinero  y tropas  a su hermanastro el rey, pero éste, esperando los envíos de América, no le enviaba ni lo uno ni lo otro.
Su secretario en Madrid, Acebedo,  que le tenía al tanto de las novedades de la Corte, fue asesinado en extrañas circunstancias por las mismas fechas (31 de marzo de 1578).
De pronto cayó enfermo cerca de Namur y en un inhóspito y destartalado inmueble, medio derruido, sufrió tan rápido y desconocido deterioro físico que se llegó a pensar en un envenenamiento por parte de alguno de sus muchos enemigos. 
 

 
D. Juan de Austria, el gran vencedor de Lepanto y uno de los más ilustres, queridos y admirados capitanes de los tercios españoles, contaba solo con  31 años de edad cuando murió el 1 octubre de 1578. Su cuerpo descansa en el Panteón Real del Monasterio del Escorial. 

Las crónicas resaltan que no dejó testamento, pues solo poseía lo puesto.
Antes de morir nombró como sucesor suyo en los Países Bajos a su sobrino y segundo jefe de los tercios, Alejandro Farnesio. Felipe II  corroboró y aprobó, poco más tarde, dicha designación.
 

3  Julián Romero (1519-1577)

Julián Romero, Maestre de Campo de los tercios,
retratado  por EL Greco, junto a su santo patrón.
Julián Romero, con 16 años se alistó en los tercios españoles, como mochilero y mozo de ayuda para el encargado del tambor. Era el año de 1534.
 Continuó su carrera militar sirviendo como mercenario en el ejército inglés de Enrique VIII, con categoría de capitán. A poco participó en la batalla de Pinkie Cleugh en la que los ingleses obtuvieron una gran victoria sobre los escoceses. Enrique VIII lo ascendió por los méritos conseguidos en dicho combate al mando de un regimiento y le nombró Maestre de campo y  Sir.
Rompió con el rey inglés cuando éste se separó de la Iglesia católica para no servir a un monarca hereje, según sus propias palabras.
En 1549 volvió a Flandes y se incorporó a los tercios españoles.
En 1557 participó en la victoria de San Quintín  donde luchó con singular bravura. Felipe II le nombró por sus méritos, Maestre de campo de la infantería española y Caballero de la Orden de Santiago.
En 1558 luchó  con gran fiereza en la batalla de las Gravelinas, al frente  de una compañía  de arcabuceros.
En 1561 se embarcó en Málaga como capitán de tres compañías para incorporarse a la defensa de La Goleta. En 1562 regresó a España.
En 1577 se encontraba en Sicilia. D. Juan de Austria solicitó y obtuvo del rey que, ante las difíciles circunstancias por las que atravesaba, los tercios españoles volvieran de Italia a Flandes en su ayuda y que fueran conducidos a través del “camino español” por Julián Romero en calidad de Maestre de Campo General, como así se hizo.
En un memorial  escrito poco antes de su muerte en el que solicitaba licencia para retirarse definitivamente  y descansar, escribía: “Ha  que sirvo a su Majestad  la Navidad que viene, cuarenta años, sin apartarme en todo este tiempo de la guerra y los cargos que me han dado, y en ellos he perdido tres hermanos y un brazo y una pierna y un ojo y un oído y lo demás de mi persona tan fatigado de heridas que me resiento de ellas, y ahora últimamente  un hijo en quien yo tenía puestos los ojos”. (Tomado del libro “Tercios de España” de Fernando Martínez Laínez y José María Sánchez  de Toga).
Su último servicio a la corona española fue conducir los tercios de Italia a Flandes juntamente con Alejandro Farnesio como lugarteniente,  para auxiliar la apurada situación en que se encontraba D. Juan de Austria en 1577. En el trayecto, entre Alessandria Della Pagia y Solerio, murió repentinamente subido a su caballo. Tenía 59 años.
Lope de Vega compuso una comedia basada en la vida de este heroico Maestre de campo de los tercios españoles.

Continuará

José Manuel Gutiérrez Bravo
Maestro nacional y doctor en Historia
Fundador y exdirector de la Universidad Laboral de Toledo

Villanueva de la Peña, 27 de enero  de 2018
 
 

 

 

 
 

 

 

 

 

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