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70. La isla Gorgona

    
LA ISLA GORGONA: PARAÍSO O INFIERNO *
    

La máxima justicia es la máxima injusticia
(Cicerón)

Fue el conquistador Francisco Pizarro el primero que llamó Gorgona a la isla que descubrió el español Diego de Almagro, hacia el 1523. La pequeña isla mide nueve kilómetros de largo y dos y medio de ancho. Situada frente a las costas del Pacífico colombiano, fue bautizada con el nombre de San Felipe, al ser descubierta por Almagro.

Isla Gorgona
El desembarco de Pizarro tuvo lugar el año 1527. En San Felipe desde ese momento Gorgona, Pizarro esperaría las provisiones que habrían de llegar desde Panamá. La isla se convirtió en escala obligada de las naves que se dirigían al Perú o volvían de este territorio. No fueron buenas las noticias que recibió Pizarro y decepcionante la orden. No era otra que suspender la expedición. Pero doce de sus acompañantes eran ciento ochenta y siete, al llegar a la isla, le prometieron permanecer con él. Pizarro buscaba la manera de proseguir su aventura. El clima no era el más propicio para él ni para sus hombres. La lluvia no cesaba y se convirtió en una compañera permanente. Y, a la misma, se unía la cantidad de serpientes que poblaban la isla. Estas le recordaban al conquistador aquellas hermanas de la mitología griega que peinaban serpientes en lugar de cabellos. Y la isla pasaría a la historia con el nombre de Gorgona como la bautizara Pizarro aquel año de 1527.
Islote El viudo

Gorgona o Medusa‘guardiana’, ‘protectora’, era un monstruo femenino de la tierra, frente a los del Olimpo. Decían los antiguos mitos que convertía en piedra a aquel que la mirara fijamente a los ojos. Algunos mitos afirman que fue decapitada por Perseo que utilizó la cabeza como arma hasta que se la regaló a Atenea para que la pusiera en su escudo: la égida (hidra ática con flecos de serpiente). También la llevó el macedonio Alejandro Magno en su escudo y Neit o Neith la diosa de la guerra y la caza, creadora de los dioses y de los hombres, divinidad funeraria y creadora de la mitología egipcia. Una diosa de la Dinastía XXVI de Egipto. Así mismo, aparece en el “Gorgoneion”, un artilugio que aleja del mal. Pueden contemplarse gárgolas en San Juan de los Reyes de Toledo que hacen referencia a este hecho.

En Prometeo liberado, Esquilo escribe: “No lejos las alígeras hermanas con serpientes por cabellos; hay gorgones enemigas de los hombres”.

Para algunos eran feas. Sin embargo, otros las consideran muy hermosas. Píndaro escribe en Pitias, 12: “Medusa de bellas mejillas”. Ovidio, a su vez, dice que Medusa era originariamente hermosa doncella, “la celosa aspiración de muchos pretendientes”, sacerdotisa en el templo de Atenea (Metamorfosis).

Pero algo ocurrió que no agradó a la diosa. Poseidón la violó en el templo de Atenea. Esta profanación trajo la maldición de la diosa que la convirtió en serpiente.

Playa de Gorgona
Homero escribe en la Ilíada: “Suspendió de sus hombros la espantosa égida floqueada que el terror corona... allí la cabeza de la Medusa, monstruo cruel y horripilante, portento de Zeus que lleva la égida”. (Versos 753 y siguientes).

Agamenón es un ser que habita la tierra. Escribe Homero: “Y coronada la Medusa de ojos horrendos y torva vista, con el Terror y el Fobo (que es hijo de Ares, dios de la guerra; y de Afrodita, diosa del amor, explicación del autor) a los lados”. (Versos 35 ss.)

En la Odisea se puede leer: “Monstruo inframundo..., el pálido terror se apoderó de mí, temiendo que la ilustre Perséfone no me enviase del Hades la cabeza de Gorgona, horrendo monstruo. (635). Aquí es objeto de culto.

Hesiodo, en Teogonía, Escudo de Heracles, 3, habla de Esteno (‘poderosa’), Euríale (‘que surge de lejos’) y de Medusa (‘reina’) hijas de Forcis y de Ceto, que tenían el hogar en lo que hoy es Libia.

Esta forma triple no es primitiva, sino simplemente un ejemplo de una tendencia general que hace de cada diosa una trinidad lo que nos ha dado a las Horas, las Carites, las Erinias y una multitud de tríos más. Es inmediatamente obvio que las gorgones no eran realmente tres, sino una más dos. Las dos hermanas supervivientes son meros apéndices debidos a la costumbre: la auténtica Gorgona es Medusa” ha escrito Jane Ellen Harrison. 
 
En Ion, de Eurípides, podemos leer que Gorgona, monstruo producido por Gea para ayudar a sus hijos, los Titanes, contra los dioses olímpicos, murió a manos de Atenea que llevó su piel. Solo Medusa era mortal, según puede leerse en algunos autores. Y Esquilo completa lo dicho diciendo de ellasde las tres—, que solo tenían un ojo y diente entre ellas, de manera que tenía que compartirlos.

Como Medusa era mortal, al cortarle la cabeza Perseo, la sangre engendró al gigante Crisaor y al caballo alado Pegaso –los dos hijos que tuvo con Poseidón–. Otros mitos dicen que engendraron las serpientes. Y también que, al volver Perseo a Grecia, la sangre formó el coral llamado gorgonia; y, en el desierto, las serpientes. La cabeza es la petrificación de Atlas.

Gorgona
No ha sido intención del autor, al hablar de estos seres míticos, desviarse del tema. Probablemente, no todo esto lo conocía Pizarro. Pero, al llamar la isla de la manera que él lo hizo, parecía una premonición para aquel lugar que, hoy día, pertenece, administrativamente, al municipio de Guapi, en el Departamento del Cauca. Esta ciudad fue fundada por algunos colonos a iniciativa del español Manuel de Valverde, a quien se le recuerda y llevan su nombre lugares y Centros Educativos. Hoy se conoce a Guapi como “pueblo anfibio”, de una actividad comercial fluvial importante.

Sin embargo, la isla la habitaron pueblos aborígenes el año 1300 a.C., aproximadamente.  Se han encontrado vestigios arqueológicos que confirman que esos aborígenes eran navegantes experimentados y especializados en la pesca. Muchos años antes de la conquista española, los aborígenes, llamados sindaguas, tenían como cacique a Yundigua, cuando llegaron a poblar la isla. Esta tribu habitaba los territorios de los actuales Departamentos de Nariño y Cauca, de donde provenían.

Pero no fue demasiado bien a Pizarro y a sus hombres. Muchos de ellos murieron por mordeduras de serpientes —se cree que más de ochenta—, y por enfermedades producidas por las inclemencias del tiempo a las que no estaban acostumbrados.

Palmeras de cocos
Y a eso y no solo, se refería el autor cuando escribió que el nombre de la isla auguraba hechos nefastos. En la isla, de forma acorazonada a cierta distancia —dicen algunos, aunque a él más bien le parece un gran reptil—, de rocas de figuras caprichosas, como la llamada “El viudo”, de playas de aguas cristalinas y hermosos y tupidos bosques que recuerdan los del primitivo paraíso; y crecen los balsos, cuya madera flota como el corcho por ser la de menor densidad que se conoce, de los que habla el peruana Ciro Alegría en su novela La serpiente de oro ; en una isla, donde los cocoteros se convertían en ejemplo, al ser disparados por los guardianes de la prisión, de lo que ocurriría con la cabeza de quien intentara huir de la isla. Este bello lugar acogió el penal de mayor seguridad de Colombia. En él permanecieron muchos años criminales y violadores, así como policías que habían delinquido, extralimitándose en el cumplimiento de sus funciones y que eran guardianes y verdugos de los presos, a quienes martirizaban impunemente. Pues como testifican algunos de los que sufrieron tales horrores y sobrevivieron, nada de lo que sucedía en la isla, salía de la misma. En este sentido, la isla no dejaba de ser también prisión. Y el único médico que aceptó ir al penal, acompañándole la esposa, esta murió al poco tiempo. Fue tal la mala fama que el médico dio al lugar, echándole la culpa de todo lo ocurrido a su esposa, que nadie más quiso sustituirlo. Los presos y los guardianes estaban expuestos a enfermedades venéreas por la homosexualidad impuesta y ser tres mujeres la que satisfacían las necesidades de doscientos presos y la zoofilia, especialmente con cerdos. Y, por si esto fuera poco, era un penal defendido por un mar tormentoso, donde abundaban los tiburones, y una selva en la que habitaba el basilisco, la serpiente coral, la chonta, la boa constrictora, la babilla— caimán cocodrilo—, y taya equis, entre otras. En un lugar que, en naturaleza, era un verdadero paraíso, centenares de hombres sufrían los más crueles horrores. 
 
Contemplar hoy las ruinas de lo que fue el penal, retrotrae a una época en la que no era característica de los comportamientos la humanidad. Algunas paredes están escritas con sangrantes recuerdos de los que allí estuvieron. Parece que la naturaleza también quisiera olvidar y reclamar aquello que fuera suyo. La vegetación se apodera de algunas de las estancias que hoy son muros carcomidos, puertas herrumbrosas y suciedad; lechos de hojas en estado de descomposición, entre las que puede deslizarse alguna serpiente. Aún se conservan los dormitorios –los presos dormían sobre tablas, sin almohadas ni colchón–, para hacer pagar su pena a los moradores de Gorgona de la manera más cruel posible. En la prisión se producía un hacinamiento extremo; los locales no tenían una ventilación necesaria, ni los presos disponían de instalaciones sanitarias adecuadas. Así mismo, era un impedimento la oscuridad y pobre y mala, la alimentación. Y añadamos a todo esto los castigos inhumanos a los que eran sometidos los presos que podían estar metidos un mes en un agujero o columna hueca donde comían, dormían y defecaban. No es de extrañar que, para algunos, el único pensamiento que habitara en su mente durante día y noche fuera el “cómo escapar de ese infierno”. Y no siempre los que estaban presos en el penal eran los culpables o, al menos, los que tenían una mayor responsabilidad de lo que ocurría.

Es sabido que Gorgona no fue la única prisión-isla que hubo en el mundo. Países de Hispanoamérica como Chile, Argentina, Cuba, entre otros; Estados Unidos, Inglaterra, España, Portugal, Francia... las tuvieron también. 
 
*Así comienza mi novela: La Isla Gorgona :paraíso e infierno.
ANTONIO MONTERO SÁNCHEZ
Maestro. Profesor de Filosofía y Psicología

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