¡MI AMIGO DIEGO, EL POETA, EL MÚSICO, EL
PINTOR!
Querido amigo Diego:
Fue en enero de 2011 cuando realmente me hice amigo, muy
amigo tuyo. Hasta entonces habíamos
sido compañeros-estudiantes en Griñón sin pertenecer a la misma promoción
–aunque sí a la misma quinta-, y teníamos cada uno nuestras historias y
nuestras amistades. Te admiré desde el Escolasticado como buen pintor y buen
cantante… Pero fue a raíz de dos hechos cuando nuestra amistad se incrementó.
El primero cuando tú, todo sinceridad y amabilidad, me
contestaste a una petición que hice a compañeros lasalianos para que me
mandaran escritas anécdotas interesantes de su vida lasaliana. Y tú fuiste uno
de los pocos que me contestaron a lo que yo había titulado “Pan de limosna”. Me
narraste tres anécdotas de tu vida lasaliana. Quiero publicar aquí ésta porque en ella, querido Diego, detallas la
forma como te iniciaste en lo que sería la pasión de tu vida, la pintura:
Mi primer cuadro
“Siendo Justo Ortiz director del
Escolasticado, le solicité la posibilidad de pintar al óleo. Me miró con cierta
perplejidad respondiendo a continuación: ¿Sabrías pintar?
Sí, contesté decidido, pero necesitaría los materiales propios a tal
fin, pinceles, lienzos, óleos, etc. El buen Hermano, al que tanto le debo,
irónico y retador me dijo: Si pintas el cuadro de “Las lanzas” de Velázquez y,
además, me llega a gustar, te proporcionaré todo lo que necesites para pintar
en tus ratos libres. ¡Trágame tierra!, pensé. Después de esto y a ratos, mi
mente se liaba, más que el moño de una loca, en torno al asunto. Al poco, con desánimo, y por eso de la mosca,
busqué dicho cuadro en Summa Artis. Casi caigo de espaldas al ver “La rendición
de Breda” de par en par ante mis ojos.
¡Imposible!. Recorrí rostro a rostro a los personajes mientras me
preguntaba: ¿Puedo con éste, con ése, con el otro…?. Sí, Diego, que el no ya lo llevas. Acepto el reto. Llegó la hora de la verdad. Algún sabihondo me dijo que se aglutinaban
los colores con aceite, cuando lo suyo es usar esencia de trementina o aguarrás
puro. Pues bien, este pobre autodidacta tomaba aceite de la cocina para mezclar
los colores y dar fluidez a los trazos. Terminado el cuadro, parece que gustó
porque en cualquier ocasión se colocaba
como elemento decorativo. El chasco fue que el cuadro, después de dos meses, no
se secaba por el dichoso aceite. Para protegerlo de roces, lo tuvimos que
colocar mirando hacia abajo sobre un techo de armario. Así estuvo algo más de
un año”.
Y el segundo hecho que nos unió aún
más tuvo lugar el 14 de enero de 2011 cuando en Cádiz asististe con Eva a mi boda con Antonia. Tal
fue tu simpatía y tu espontaneidad que llamaste la atención de todos los asistentes:
cantaste, bailaste con Vero y Susana… Porque este era el auténtico Diego: Tú eres
pintor, cantor, recitador, poeta… En tu
libro “Poemas. Otoño resentido” dices: ”Soñaré lo que quiera/ y seré lo que quiera
ser,/ pero solo tengo una vida/ con la que lo he de hacer”. Me regalaste
este libro de poemas, que tú llamas “incursión poética” “como una forma de
perpetuar nuestro encuentro”. En todos
los que te hemos conocido has dejado tu huella impronta, acompañada a veces de
una suave y fina ironía…
Dejando
a un lado tu faceta de “pintor excelso” en toda tu obra, quiero reflejar aquí la combinación
que tú has hecho del dibujo y de la poesía. Has condensado en un libro los
encuentros que tuviste en Juventudes
Musicales de Sevilla: DEDICATORIAS CON ILUSTRACIONES Y RETALES POÉTICOS,
que más tarde completaste con otro: RECUERDOS DE CONCIERTOS.
En la dedicatoria que me escribes dices: “Mi
admiración por la música en vivo y la virtud instrumental de sus intérpretes,
me llevaron a pedirles una breve dedicatoria. Quise perpetuar estos bonitos
encuentros y, ya en el estudio, las completaba con el lápiz y la palabra (en
esto te echaba de menos porque sudaba tinta). Espero que recibas este regalo
con la ilusión y el afecto con el que yo te lo envío. Compartir contigo parte
de mi arte y este testimonio de amor a
la música para formar parte de tus recuerdos
me da alegría, sintiéndome así muy bien pagado”.
DEDICATORIAS de los músicos
concertantes, ILUSTRACIONES de los artistas a trazos finos del lápiz de Diego y
tus versos sintetizadores del sentimiento despertado en ti por la armonía… Estos son los dos libros que tú has editados,
Diego, y que sintetizas con estas
palabras:
“Si, como pintor, los colores
impregnan mi bandera, hoy, con el lápiz gris plomizo, hago homenaje al músico:
Amor que viaja errante
con las maletas vacías
y el corazón desbordante,
que duerme en soledad
soñando ser real
un instante”.
Hoy, amigo Diego, te has ido, pero te has quedado. Te
has ido “allá” y te echaremos mucho de menos, pero te has quedado “acá” con tus
cuadros, con tus dedicatorias, con tus ilustraciones y con tus palabras.
Viviremos juntos: no te olvidamos; pues tú nos lo has dejado escrito:
“Cuando la música no me siga
Y mi lápiz pierda su dueño,
Quedará este testimonio
De vivir juntos el arte
Perdurando así mis sueños”
Un fuerte abrazo de Auxencio
Cádiz, 12 de octubre de 2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Envíanos tus comentarios